The original drylab group was composed of students who have since graduated and become scientists, artists, teachers, and activists. Here is an environmental justice perspective shared by one of them.
Many activists, advocates, and organizers for water and environmental justice have put their bodies, time, and resources on the line to protect the environment and their rights to resources. And like all social movements, state violence disrupts and suppresses these efforts.
We saw this in 2016 when thousands of Indigenous people and allies tried to stop the construction and operation of the Dakota Access Pipeline. Hundreds of people were arrested and injured after law enforcement and private security used attack dogs, water cannons, and other violent methods to break down the opposition to the pipeline.
We saw this following Hurricane Katrina, when police in New Orleans were given the authority to shoot “looters’ ‘ or people in search of basic human rights because they were left behind by the governments who were supposed to protect them. The state and corporate interests took advantage of an environmental disaster to use violence against Black people just trying to survive. This is a clear example of how our basic human needs, like water, are weaponized to protect property and wealth.
What does our fight look like? What threats do we face?
El grupo drylab original estaba compuesto por estudiantes que desde entonces se graduaron y trabajan como científicos, artistas, profesores y activistas. Aquí hay una perspectiva de justicia ambiental compartida por uno de ellos.
Muchos activistas, defensores y organizadores por la justicia hídrica y ambiental han arriesgado sus cuerpos, tiempo y recursos para proteger el medio ambiente y sus derechos a los recursos. Y como todos los movimientos sociales, la violencia estatal perturba y suprime estos esfuerzos.
Vimos esto en 2016, cuando miles de indígenas y aliados de Norteamérica intentaron detener la construcción y operación del oleoducto Dakota Access. Cientos de personas fueron arrestadas y heridas después de que las fuerzas del orden y la seguridad privada utilizaran perros de ataque, cañones de agua y otros métodos violentos para acabar con la oposición al oleoducto.
Vimos esto después del huracán Katrina, cuando a la policía de Nueva Orleans se le dio autoridad para disparar contra “saqueadores” o personas en busca de derechos humanos básicos porque fueron abandonados por los gobiernos que se suponía debían protegerlos. Los intereses estatales y corporativos aprovecharon un desastre ambiental para utilizar la violencia contra los negros que simplemente intentaban sobrevivir. Este es un claro ejemplo de cómo nuestras necesidades humanas básicas, como el agua, se utilizan como arma para proteger la propiedad y la riqueza.
¿Cómo es nuestra lucha? ¿Qué amenazas enfrentamos?